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sábado, 14 de agosto de 2010

¡Estamos de fiestas! 1º parte

El día 15 de agosto, fiesta de la Asunción de la Virgen es fiesta en muchos lugares de España, y también lo es en Ciudad Real, donde celebramos la Virgen del Prado. Hoy os cuento parte de lo que nos narra la tradición sobre   la aparición de su imagen en Ciudad Real, lo que entonces era el Pozo Seco de don Gil.
Ya podéis contarle a vuestros hijos el origen de la fiesta si es  que no lo conocíais bien.
CÓMO LLEGÓ LA VIRGEN A CIUDAD REAL
El rey don Alfonso VI organiza una expedición guerrera contra la morisma y marcha con su ejército hacia Andalucía. Al llegar a Zalanca, provincia de Badajoz, el ejército cristiano es sorprendido por los almohades, sufriendo espantosa derrota; incluso, la vida del rey estuvo en grave peligro.
 Repuesto don Alfonso de sus heridas se propone seguir adelante, hacia la frontera de Córdoba, y entendiendo que la causa de la derrota de Zalanca fue, sin duda, el olvido que tuvo de la imagen de la Virgen Protectora, ya que en esta ocasión la había dejado en su oratorio Real en Toledo; inmediatamente ordena a su capellán Marcelo Colino vaya a la ciudad imperial, recoja la venerada imagen y la traslade al campamento cristiano.
A mediodía del día 25 de mayo, año 1088, festividad de San Urbano, llega la comitiva real a un pequeño caserío, llamado Pozuelo Seco, término de Alarcos, situado en el camino que une la ciudad del Tajo con Andalucía. El calor sofocante, la sombra de las encinas de un prado próximo y el cansancio de los viajeros, obliga a Marcelo Colino y compañía a tomarse un pequeño descanso y pasar allí las horas calurosas del día.
Viendo la gente del cortijo la calidad de los viajeros, el cuidado que todos ponían en la caja que conducían, la cual por su riqueza exterior publicaba el tesoro que guardaba, preguntaron los labriegos y el capellán mostró la imagen que transportaba.
Abierta la caja, retiradas las ricas telas en las que venía envuelta la imagen, emocionados los pozueleños por el resplandor de tanta belleza y movidos de un gran amor hacia la Virgen María, suplican a Marcelo la deje en el lugar en donde ellos prometen levantar un templo digno a tan Excelsa Señora. El fervor de estos humildes labriegos, primeros pobladores de Ciudad Real conmueve a los de la comitiva real. En gran aprieto se ve el capellán ante la imposibilidad de no poder ceder a los fervientes deseos de los moradores de Pozuelo Seco. Entre alabanzas y súplicas de los lugareños y las razonables negativas de Colino llegó la hora de partir. Los viajeros se llevan con la imagen la ilusión de los del lugar que quedan apenados por la pérdida del tesoro que no han podido lograr.
Llegada la noche cada cual se retira a su choza a descansar. Un anciano, llamado Blas el trovador, por su facilidad de hacer versos, compuso algunas coplas,-primeras -manchegas"-, que su hijo Antón cantó a la Virgen.
Sabemos, por tradición, que este garrido mozo no se movió del prado donde siguió cantando y rezando a la Virgen y cuando más entusiasmado se hallaba en su oración vio que una blanca paloma se posaba en la encina en donde unas horas antes había estado la imagen de la Virgen. Deseoso de cazar la bella paloma le tiró una piedra y, al instante quedó convertida en la imagen de la Stma. Virgen, rodeada de brillantes ráfagas de resplandores contaban que la imagen conservaba un tono más oscuro allí donde le alcanzó la piedra. Atónito queda nuestro afortunado mozo ante visión tan maravillosa, y una vez repuesto del natural sobresalto, corre loco de alegría a dar la nueva a sus convecinos, gritando: ¡Milagro! ¡Milagro! La Virgen ha vuelto.
Locos de alegría corren «a postrarse a los pies de la Soberana Señora que llamaron desde aquel feliz momento, Santa María del Prado.
La venerada imagen de la Virgen quedó en este lugar, donde alrededor suyo, bajo su protección y amparo, el caserío se fue convirtiendo en puebla, la puebla en villa y la villa en ciudad; con el nombre de Real, nombre, que si es cierto fue dado por privilegios y favores de reyes, éstos fueron instrumentos de los que Ella se valió, ya que lo real nos viene de la Reina Celestial, Fundadora y Patrona de la ciudad de Ciudad Real.



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