Me aclaró que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer que vivía allí.
Llevaba algún tiempo en ese lugar y sufría de la enfermedad de Alzheimer. Mientras terminaba de vendar la herida, le pregunté si ella se alarmaría en caso de que él llegara tarde esa mañana.
- No, me dijo, ella ya no sabe quién soy. Hace ya casi cinco años que no me reconoce.
- Entonces, le pregunté extrañado, ¿y si ya no sabe quién es usted, por qué esa necesidad ir todas las mañanas y de llegar tan puntual?
Me sonrió, y dándome una palmadita en la mano, me dijo: «Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella».
Tuve que contener las lágrimas, y mientras salía pensé: «Ésa es la clase de amor que quiero para mi vida; el verdadero amor no se reduce a lo físico o romántico, el verdadero amor, es la aceptación de todo lo que el otro verdaderamente es, de lo que ha sido, de lo que será, y de lo que ya nunca podrá ser».
Gema Pérez Fernández
Sobre el mismo tema podéis leer "El cuaderno de Noah", basado en la vida de los abuelos de la esposa del autor. Impresiona y emociona.
Para conseguir un amor así hay que trabajarlo todos los días, aunque a veces sólo veamos los nubarrones de la tormenta.
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1 comentario:
Que hermosooo Pilar! Es verdadero amor eso! Yo quiero llegar asi cuando sea grande, con tanto amor por dar y tanto por recibir. Un abrazo!
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