En un primer acto se echa una rana viva dentro de un tobo de agua fria. La rana, aunque confinada a un espacio limitado, se mueve con comodidad. En un segundo acto se tira la rana en un tobo, pero esta vez en agua hirviendo. La rana percibe la crisis y no le queda más opción sino patalear y brincar violentamente para salvar el pellejo. Muchas ranas logran saltar hacia afuera y salvarse, aunque un tanto chamuscada. Otras, menos activas, sucumben en la crisis. Tercer acto: Se tira la rana dentro del tobo de agua fría, pero hay un elemento nuevo: debajo del tobo se coloca una mecha prendida, que va lentamente calentando el agua. Si el aumento de la temperatura es gradual, la rana lo tolera y se va adaptando sin tomar medidas.
Aunque en todo momento tiene la posibilidad de saltar hacia afuera, lo aplaza y aplaza hasta que está a tal grado debilitada por su comodidad de adaptación, que ya no le quedan energías y muere hervida. Es lo que ocurre cuando en un sistema, la adaptación no va acompañada por una oportuna toma de conciencia que permita detectar a tiempo su umbral de fatalidad. Tened cuidado que no os hiervan poquito a poco
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