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miércoles, 29 de diciembre de 2010

Sobre los regalos.

 Una amiga que conoce la existencia de este blog, me ha hecho llegar este artículo de una revista. Como me ha resultado muy interesante, aquí lo tenéis.


El mejor regalo de Navidad es...

Se acerca la Navidad. Abriremos las puertas de nuestro hogar a unas fiestas en origen entrañables, familiares y trascendentes pero desvirtuadas actualmente por nuestras ansias de tener y acumular.
¿Acabarás esta Navidad sintiéndote vacio y con la sensación de no haberlas sabido aprovechar? ¿Con la habitación de tu hijo llena de juguetes que no sabes dónde guardar? ¿Con la satisfacción de tu hijo por haber conseguido ese fantástico juego de ordenador, brutal y cruel, que provocará un año más conflictos entre vosotros?

En algún momento te tienes que cuadrar ante este desaforado consumismo que no solo invade nuestro bolsillo sino nuestras mentes y las de nuestros hijos. ¡Y nuestros valores!

La Navidad nunca debería ser lo que la televisión y los catálogos de regalos se empeñan en conseguir: un oneroso y especulativo tiempo de gasto compulsivo donde nosotros nos dejamos manipular por nuestros hijos que, a su vez, son manipulados por estas influencias sutiles.



Diez puntos a tener en cuenta a la hora de regalar en Navidad



* Cuanto más tienen, más egoístas se vuelven. Si lo que pretendes es conseguir que tu hijo sea feliz, no le des todo lo que pide. Valóralo, priorízalo y contrástalo con tus objetivos educativos. Complacer a los hijos en todo lo que se pueda sin un criterio subyacente es contribuir a que crezcan egoístas, que es lo mismo que asegurarles la infelicidad.
Y menos valoran lo que tienen. La lista sería infinita: desde ropa, móviles, ordenadores, juguetes, viajes hasta ¡libertad! Todo ha de estar en su justa medida y deben ser lo suficientemente maduros para apreciarlo y conservarlo. Y agradecerlo. La carencia es una buenísima arma educativa y no un motivo de frustración si la sabes manejar bien.


* Pregúntate qué es lo que en realidad desearía tu hijo y por qué. Si se trataran de deseos, ¿qué crees que preferirá tu hijo que le regales? ¿Un juguete o ir contigo a patinar, jugar al futbol, ir al cine, disfrutar de un cuento o sencillamente pasar un rato contigo a solas, jugando a lo que a él más le gusta? La mayoría de los niños, especialmente los de primaria pero también muchos adolescentes, preferirán pasar un tiempo íntimo con sus padres. Y si tu hijo no lo prefiere, o es que ya pasa mucho tiempo contigo y no necesita más (lo cual es genial, o es que ya se ha acostumbrado a prescindir de ti lo cual es muy triste). Piensa cuál sería la respuesta de tu hijo y saca tus propias conclusiones.


* Tu hijo no se traumatizará si los Reyes Magos no le traen los regalos que esperaba con tanta ilusión. Le molestará pero sobrevivirá. ¡No lo sientas tú más que él! Tu hijo es muy capaz de aceptar las pequeñas (o grandes) desilusiones. Acepta sus sentimientos pero no te sientas mal por no ceder ante todo lo que le ilusiona. Navidad no debe ser la excusa para permitir a nuestros hijos lo que no les permitimos en otra fecha del año.


* Si no hay dinero para comprar lo que pide, no hay dinero. ¡Y punto! Acostumbrar a nuestros hijos a pasar con lo que se tiene ya es el mejor regalo que les podemos hacer. No se trata de que sufran la crisis al mismo nivel que nosotros pero todos debemos .abrocharnos el cinturón. cuando es necesario y aceptar con ilusión lo poco o mucho que se pueda regalar. En ocasiones jugar con tu hijo será el mejor juguete que pueda tener. ¡Y eso es gratuito!


* Los niños no se pueden sobornar: los regalos nunca suplirán la falta de tiempo o atención con tu hijo. No conviertas la Navidad en lo que no es. No es un tiempo de remordimientos. Ni de permisibilidad. Ni tampoco de manipulación. Trata de evitar que tus sentimientos de culpabilidad (y no de amor) te impulsen a comprar los regalos. Ten la mente despejada, piensa lo que es mejor para tu hijo y no intentes deslumbrarlo para que olvide tus fallos. Los olvidará temporalmente pero cuando pase la Navidad seguirá teniendo las mismas carencias.


* Lo que ellos piden para Reyes no siempre es lo que más les conviene. No tires tu dinero: regala solo aquello que de alguna forma les haga mejores. Ellos no tienen criterio ni límites para pedir; los límites y el criterio lo has de poner tú. Si no estás de acuerdo con que tu hijo lleve móvil a los 11 años, ¿por qué vas a ceder a sus reiterativas y reiterativas peticiones? ¿Solo porque, según él, es el único de la clase que no lo tiene? ¿Porque afirma que se está quedando desfasado? ¿De vedad no puedes defender tu criterio ante los argumentos de tu hijo de 11 años? Si es así, en tu casa falla algo.

* Papel y lápiz para hacer la carta de los Reyes Magos. Ni se te ocurra salir de casa a comprar los regalos de Navidad sin saber qué es lo que estás buscando. Compra solo aquello que has meditado y que has escrito en tu lista (no en la lista de los Reyes Magos de tu hijo; es fácil que no sea la misma). Evitarás improvisar y dejarte arrastrar por el torrente publicitario pues, aunque nos creamos inmunes, a veces somos los primeros en caer en sus redes. ¡Que nadie ni nada decida por ti!


* Habla con tus hijos de lo que han pedido en su carta. Aunque con diferentes niveles, es bueno que conversemos con nuestros hijos acerca de la selección que han hecho. En muchas ocasiones nos sorprenderán los motivos por los que han elegido sus regalos, tanto por su acierto como por su desacierto. Debemos explicarles por qué unos regalos son posibles y otros no: por presupuesto, por utilidad (juguetes espectaculares pero de mala calidad o de pocos usos), por valores (juguetes bélicos o sexistas), etc Los niños se ilusionan con facilidad por lo que podemos aprovechar esa capacidad de entusiasmo para sugerirles otras alternativas más enriquecedoras.


* Una Navidad en la que no se piense en los demás, es una Navidad pobre: tus hijos TAMBIÉN deben regalar a los demás, tengan la edad que tengan, y no necesariamente con regalos materiales. El más pequeño de la casa puede ayudar en la cocina a hacer un pastel. Tu hija de 7 años puede invitar a casa a esa compañera con la que nadie quiere jugar. Tu hijo de 15 años puede ofrecerse para repasar matemáticas a ese vecino que siempre se queja de suspenderlas. Tu hijo de 17 puede apadrinar a un niño con lo que gana de canguro o colaborar de alguna manera activa con una ONG. Y todos pueden regalar sonrisas en casa, buen humor, predisposición para ayudar y favores invisibles. Hacerse la cama cuando nunca se la hace también es un regalo.


* Navidad es sinónimo de familia. Es un buen momento de ser sincero contigo mismo y reflexionar sobre tu papel de padre o madre. Seguro que hay cosas que puedes mejorar. Es un tiempo de ser humilde y recapacitar. ¿Quizás puedes mejorar la manera de hablar a tus hijos y pareja? ¿No sería posible encontrar un huequecito al día para dedicar exclusivamente a tus hijos? ¿Por qué no instaurar nuevas costumbres en casa más humanas, más cálidas y educativas? Darse un beso de buenos días y buenas noches entre todos los miembros de la familia es una estupenda costumbre que muchas familias han olvidado ¿Y si las recuperas a partir de ahora?

¿Por qué no aprovechar la Navidad para dar las gracias por tener una familia? ¿Por qué no verbalizar en voz alta lo importante que es la familia para ti, sea como sea? En torno a una buena cena o comida, consigue que todos te presten atención. Da gracias en voz alta por lo que significa para ti tu familia, lo mucho que la quieres y lo feliz que te hace. Si se te da bien la oratoria, puedes decir dos frases positivas de cada miembro de ella. Quién sabe, quizás los demás también quieran dar su opinión y agradecer o agradecerte algo. Esto también es un buen regalo para esta Navidad.





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